El presidente Gustavo Petro exige que se denuncie por sedición a quienes inciten a las Fuerzas Militares a desobedecer sus órdenes, olvidando que él mismo pidió lo mismo a soldados estadounidenses en Nueva York. Su contradicción desata un nuevo capítulo de hipocresía política en medio de la crisis diplomática con Washington.
La controversia no da tregua en la Casa de Nariño. Gustavo Petro, el presidente que pidió públicamente a los soldados de Estados Unidos desobedecer a su comandante en jefe, hoy exige que se denuncie penalmente por sedición a los precandidatos colombianos que le hagan un llamado similar a la Fuerza Pública nacional. La contradicción es evidente y ha encendido una nueva tormenta política.
Durante un acto público en Zipaquirá, donde instaló la primera piedra de la Facultad de Inteligencia Artificial, el mandatario anunció que ordenó a las oficinas jurídicas del Gobierno denunciar a quienes, según él, “inciten a la Fuerza Pública a desobedecer al presidente de la República”. La declaración, dirigida a la precandidata Vicky Dávila, marca una nueva escalada en el tono autoritario del jefe de Estado.
“Pido que empiecen a poner las denuncias porque van contra la Constitución”, expresó Petro, refiriéndose a las palabras de Dávila, quien en un acto público en Sabaneta, Antioquia, con megáfono en mano, pidió a los militares “no obedecer a Petro, sino a la Constitución”.
Lo irónico del asunto es que el mismo presidente que ahora amenaza con denuncias judiciales hizo, días atrás, exactamente lo mismo en suelo extranjero. El pasado 26 de septiembre, durante una manifestación en Times Square, Petro pidió a los soldados estadounidenses “desobedecer las órdenes de Trump” y “obedecer a la humanidad”. Sus declaraciones, calificadas por Washington como “imprudentes e incendiarias”, provocaron la revocatoria de su visa y deterioraron las relaciones diplomáticas con el Gobierno norteamericano.
“Le pido a todos los soldados del Ejército de los Estados Unidos no apuntar contra la humanidad sus fusiles. Desobedezcan la orden de Trump; obedezcan la orden de la humanidad”, fueron las palabras exactas del mandatario durante aquella manifestación en Nueva York.
A pesar de haber protagonizado un acto similar, Petro hoy justifica su contradicción alegando que “no llamó a la desobediencia”, sino a la defensa de los derechos humanos. “Dije que ningún soldado puede obedecer una orden que implique cometer un crimen contra la humanidad”, sostuvo durante su discurso en Zipaquirá, en un intento de matizar sus declaraciones previas.
Sin embargo, la crisis diplomática con Estados Unidos sigue abierta. Tras la sanción impuesta por el Departamento de Estado, también se conoció que varios altos funcionarios de su Gobierno —entre ellos el ministro de Minas y Energía, Edwin Palma; el ministro de Igualdad, Juan Carlos Florián; y la directora del DAPRE, Angie Rodríguez— perdieron sus visas como consecuencia del deterioro en las relaciones bilaterales.
La oposición no tardó en reaccionar. Analistas y congresistas advirtieron que la postura del mandatario refleja una peligrosa doble moral política, en la que se condena la crítica interna mientras se justifican las provocaciones externas. “Petro quiere castigar a quienes lo critican en su propio país, pero se siente con derecho a desafiar a gobiernos extranjeros sin consecuencias”, señalaron varios líderes de oposición.
En los círculos diplomáticos, la actuación del presidente es vista como una contradicción grave que daña la credibilidad internacional del país. Mientras Petro exige lealtad ciega de las Fuerzas Armadas en Colombia, en el extranjero se presenta como un activista radical que desafía las normas básicas de la diplomacia y el derecho internacional.
La polémica sobre su llamado a la “obediencia constitucional” se suma a una larga lista de episodios que han puesto en entredicho su coherencia política: discursos incendiarios, intervenciones fuera de lugar y una tendencia creciente a usar el poder estatal para silenciar a quienes lo contradicen.
“No puede ser que un presidente que pidió desobediencia en Nueva York hoy amenace con cárcel a quienes lo critican por hacer lo mismo”, señaló un constitucionalista consultado. “Es una peligrosa señal de autoritarismo disfrazado de defensa institucional”.
Con su doble discurso, Petro no solo tensiona las instituciones internas, sino que profundiza el aislamiento diplomático del país, arrastrando a Colombia a un escenario de descrédito internacional sin precedentes.
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