Estados Unidos retiró la certificación a Colombia como aliado antidrogas, señalando que bajo el Gobierno de Gustavo Petro los cultivos de coca alcanzaron un récord histórico de 253.000 hectáreas en 2023. Las cifras de Naciones Unidas muestran que la expansión comenzó desde 2013 y ahora golpea con fuerza la reputación internacional del país.
Estados Unidos tomó una decisión sin precedentes en casi tres décadas: descertificar a Colombia como aliado estratégico en la lucha antidrogas. El Departamento de Estado responsabilizó directamente al presidente Gustavo Petro, señalando que “el cultivo de coca y la producción de cocaína han alcanzado niveles récord bajo su mandato”. Este golpe político y diplomático abre la puerta a un escenario de escrutinio internacional y cuestiona el manejo que el actual gobierno le ha dado al narcotráfico.
La descertificación se fundamenta en cifras verificadas por el Sistema de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI), operado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Según esos registros, Colombia cerró el 2023 con 253.000 hectáreas sembradas de hoja de coca, el nivel más alto de la historia reciente. Este panorama marca un contraste con los descensos logrados en los gobiernos de Álvaro Uribe, un repunte durante el segundo mandato de Juan Manuel Santos y un crecimiento sostenido bajo Iván Duque.
En el caso de Álvaro Uribe, las estadísticas reflejan que en 2002 había 102.071 hectáreas, y al cierre de su segundo mandato, en 2010, la cifra se redujo a 61.811. Se trató de un descenso acumulado del 39,4 %, en gran parte por la política de seguridad democrática y la fumigación aérea que aún estaba en vigor. Con Juan Manuel Santos, en cambio, el fenómeno fue distinto. Su primer mandato mostró reducciones históricas, con apenas 47.778 hectáreas en 2012, pero a partir de 2015 comenzó un repunte desbordado: 96.085 hectáreas en 2015, 171.496 en 2017 y 169.018 en 2018. En total, sus ocho años dejaron un aumento del 165 %.
Iván Duque asumió el gobierno en 2018 con 154.476 hectáreas y cerró 2022 con 230.028, lo que equivale a un incremento del 48,9 %. Aunque en 2020 hubo un descenso —142.784 hectáreas, en plena pandemia—, el crecimiento fue sostenido después. El primer año de Gustavo Petro, 2023, marcó un nuevo récord con 253.000 hectáreas de hoja de coca, consolidando un escenario de crisis que llevó a Washington a tomar la decisión de descertificar a Colombia.
Petro respondió a las críticas alegando que la tendencia de crecimiento no nació con su gobierno sino desde 2013, en medio de la negociación de paz con las Farc. “No se debe a mi Gobierno. La razón del crecimiento de estos cultivos, como en toda mercancía, se debe al incremento del consumo en el mundo, especialmente en Europa, mientras se mantienen los niveles de consumo en EE. UU.”, aseguró. El presidente además cuestionó el modelo de certificación y lo calificó como un instrumento de “dominación y poder” que no resuelve el problema de fondo.
El mandatario también puso sobre la mesa la transformación del consumo en Estados Unidos, señalando que la cocaína perdió protagonismo frente al fentanilo, “que es 30 veces más mortal”. Bajo esa premisa, Petro argumenta que el debate mundial debe replantearse: “Lo único que ha cambiado es que vamos en el mundo de peor en peor. La política antidrogas ha fracasado y necesitamos construir un modelo distinto”.
El impacto de la descertificación va más allá de un golpe diplomático. Colombia recibe alrededor de 380 millones de dólares anuales en cooperación con Estados Unidos, y aunque se mantendrá bajo un “waiver” o exención, el país queda condicionado a mostrar resultados verificables en reducción de cultivos, incautaciones y extradiciones en los próximos 12 meses. Mientras tanto, el récord de hectáreas bajo el actual gobierno marca un punto crítico en la relación bilateral y reabre el debate interno sobre la eficacia de las políticas antidrogas en Colombia.
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