El frente Domingo Laín Sáenz del ELN volvió a atacar la base militar de Puerto Jordán, dejando un soldado muerto y siete heridos. El acto terrorista refleja la incapacidad del Gobierno Petro para contener el recrudecimiento de la violencia en una región que sigue siendo rehén de los grupos armados.
El departamento de Arauca volvió a ser escenario de la barbarie. Este domingo 5 de octubre, la base militar de Puerto Jordán, en la zona rural del municipio de Arauquita, fue atacada con explosivos por integrantes del frente Domingo Laín Sáenz del ELN, una estructura que en los últimos meses ha intensificado sus acciones contra la Fuerza Pública. El ataque, perpetrado con cilindros bomba y tatucos, dejó un soldado muerto y siete heridos, dos de ellos en estado crítico. La explosión destruyó parte de la infraestructura del comando militar y generó pánico entre los habitantes de la zona, quienes nuevamente quedaron atrapados en medio del fuego cruzado.
Las autoridades confirmaron que los responsables pertenecen al grupo armado organizado (GAO) ELN “Camilo Cienfuegos”, una célula del estado mayor de ese frente, históricamente presente en el oriente del país. Según el reporte oficial, los artefactos explosivos fueron lanzados desde un área boscosa cercana al perímetro del batallón, con el objetivo de causar el mayor daño posible a las tropas. Los heridos fueron trasladados de urgencia a la capital departamental, donde permanecen bajo observación médica. El Ejército activó un despliegue operacional para perseguir a los responsables y reforzar la seguridad en la zona, sin que hasta el momento se hayan reportado capturas.
Este no es el primer ataque que sufre la guarnición militar de Puerto Jordán. El 17 de septiembre de 2024, el mismo punto fue blanco de un atentado casi idéntico, también atribuido al ELN, que dejó dos soldados muertos y 26 heridos. En aquella ocasión, los terroristas utilizaron una volqueta cargada con explosivos improvisados, provocando graves daños estructurales. Ese episodio marcó un punto de quiebre en los diálogos de paz, obligando al Gobierno a suspender temporalmente las conversaciones con el grupo insurgente, que sigue operando con total impunidad en los departamentos fronterizos.
Los recientes hechos confirman el fracaso del llamado proyecto de “paz total” impulsado por el presidente Gustavo Petro. Pese a los acercamientos y supuestos ceses al fuego, las agresiones del ELN han aumentado, especialmente en Arauca, Norte de Santander, Nariño y el Cauca. Los militares siguen siendo el blanco de emboscadas, mientras los campesinos viven con miedo permanente. Las promesas de reconciliación y desarme chocan con la realidad de un Estado que no logra garantizar la seguridad ni en sus propias bases.
“La presencia del ELN en Arauca se ha fortalecido por la falta de control territorial y la permisividad del Gobierno”, señaló un oficial del Ejército bajo reserva. “Cada vez que suspenden operaciones ofensivas, ellos avanzan y nosotros retrocedemos”.
El ataque de Puerto Jordán no solo deja una víctima mortal y varios heridos, sino que revive la sensación de indefensión nacional frente a una guerrilla que ha convertido el diálogo en un escudo para seguir atacando. Mientras el Gobierno insiste en mantener abiertas las mesas de negociación, los soldados pagan con su vida los costos de una política de seguridad que se disfraza de pacifismo, pero que en los hechos ha desangrado al país.
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