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El gobierno de Donald Trump decidió cancelar la visa del presidente colombiano Gustavo Petro después de que este incitara a soldados estadounidenses a desobedecer órdenes durante una protesta en Nueva York. La medida representa un golpe directo a las relaciones bilaterales y desata una tormenta política internacional.
La diplomacia entre Colombia y Estados Unidos atraviesa su peor momento en años. El Departamento de Estado de EE. UU. anunció la cancelación de la visa del presidente Gustavo Petro después de que este participara en una protesta en Times Square, Nueva York, el 21 de septiembre de 2025. Allí, con megáfono en mano, lanzó un llamado a soldados estadounidenses para que desobedecieran órdenes relacionadas con el conflicto en Gaza, un mensaje que fue interpretado como una incitación a la violencia.
La medida, calificada como “necesaria” por las autoridades estadounidenses, es un golpe directo a la figura presidencial y al país. Petro, vestido con guayabera blanca y acompañado por su delegación, no solo desafió públicamente a Washington sino que también dejó en evidencia una estrategia política de confrontación que ahora le pasa factura a Colombia en el escenario internacional.
Según el Departamento de Estado, la conducta del mandatario colombiano fue “imprudente e incendiaria”. El incidente se suma a una serie de tensiones acumuladas: la descertificación de Colombia en la lucha contra las drogas, las críticas de Petro contra las políticas de EE. UU. y sus ataques verbales contra el expresidente Donald Trump. La revocatoria de su visa no solo limita sus viajes, sino que refleja un nivel de deterioro diplomático sin precedentes.
En Colombia, la noticia encendió un debate inmediato. Mientras sectores afines al gobierno guardan silencio, expertos en política exterior advierten que las decisiones del mandatario están aislando al país y cerrando espacios de cooperación con una de las naciones más influyentes del mundo. Analistas consultados señalan que el costo político de este episodio podría traducirse en menos inversión, menos cooperación en seguridad y un mayor aislamiento internacional.
