Rosa Yolanda Villavicencio Mapy fue designada como canciller encargada tras la salida de Laura Sarabia. Su dominio limitado del inglés y sus antecedentes políticos han generado controversia, especialmente por su defensa del régimen de Nicolás Maduro y su respaldo al legado de Hugo Chávez.
El Gobierno del presidente Gustavo Petro oficializó la salida de Laura Sarabia del cargo de canciller, decisión que fue tomada tras una reunión entre Petro y Sarabia en la Casa de Nariño. En su reemplazo fue designada de forma temporal Rosa Yolanda Villavicencio Mapy, quien se venía desempeñando como viceministra de Relaciones Exteriores. Esta nueva designación ha generado críticas y cuestionamientos debido a aspectos relacionados tanto con sus capacidades lingüísticas como con su postura frente a gobiernos autoritarios de América Latina.
Villavicencio es especialista en Cooperación Internacional para el Desarrollo, egresada de la Universidad Complutense de Madrid, y cuenta con un máster en Migración y Relaciones Intercomunitarias. Se ha desempeñado como secretaria general de la organización América España Solidaridad y Cooperación (Aesco) y fue coordinadora del programa «Colombia nos une», una estrategia del Ministerio de Relaciones Exteriores para vincular a los colombianos residentes en el exterior con su país de origen. No obstante, en su hoja de vida oficial, publicada por la Presidencia en abril de 2025, la funcionaria reconoció que no habla ni escribe con fluidez en inglés, una habilidad considerada fundamental para ejercer funciones diplomáticas de alto nivel.
Más allá de las barreras idiomáticas, Villavicencio también ha sido señalada por su abierto respaldo al gobierno de Nicolás Maduro. Durante las elecciones de 2018 en Venezuela, consideradas ampliamente como fraudulentas por la comunidad internacional, la hoy canciller encargada defendió los resultados que favorecieron la reelección de Maduro. En redes sociales, se enfrentó con figuras públicas como el exministro Alejandro Gaviria, a quien acusó de «malintencionado» por criticar la validez del proceso electoral en el país vecino. Su mensaje en redes fue contundente: “Qué ligero de opinión. Malintencionada y perversa… El Consejo Nacional Electoral y los observadores, testigos y partidos en Venezuela saben que el pueblo eligió”.
La trayectoria ideológica de Villavicencio también quedó registrada en marzo de 2013, cuando escribió un artículo en el portal nuevatribuna.es tras la muerte de Hugo Chávez. En el texto, expresó abiertamente su admiración por el líder bolivariano, a quien calificó como un defensor de los pobres. En ese escrito, afirmó: “No bajar la cabeza, no ser lacayo de nadie y dirigir nuestro destino con nuestros errores y aciertos… Eso no tiene reversa, le duela a quien le duela”. Estas posturas han generado controversia debido a las actuales tensiones regionales y a la percepción internacional sobre los regímenes de Venezuela y Nicaragua, aliados del gobierno de Petro.
Por ahora, Rosa Villavicencio ejercerá como canciller encargada, aunque en el actual gobierno los encargos tienden a prolongarse más allá de lo esperado. Uno de los temas más críticos que deberá enfrentar será la posible firma del convenio entre la Cancillería y la Imprenta de Colombia, destinado a viabilizar el nuevo contrato millonario de pasaportes tras septiembre de 2025. Este proceso quedó sin resolver luego de que Laura Sarabia presentara su renuncia, motivada por las recomendaciones legales que le sugerían permitir la prórroga del contrato actual con Thomas Greg & Sons para evitar una crisis institucional por el desabastecimiento de pasaportes.
“Chávez ha muerto y nos deja grandes enseñanzas para no repetir la historia. No olvidar su ideario, mantener lo positivo y reformar democráticamente lo no deseable hace parte de la historia de América Latina”, escribió Villavicencio en 2013.
El panorama que rodea a la nueva encargada de la diplomacia colombiana es, por tanto, complejo. Su perfil ideológico, sumado a las deficiencias en competencias claves para el cargo y a la incertidumbre sobre decisiones administrativas urgentes, dibujan un escenario de tensión en un ministerio ya sacudido por crisis previas. La reacción de los sectores diplomáticos y la comunidad internacional será determinante en los próximos días, especialmente si se ratifica su permanencia más allá del encargo provisional.
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