Los testimonios de las víctimas revelan una escena de sevicia en la finca de la cantante Greeicy Rendón, donde dos trabajadores fueron secuestrados y torturados durante horas. Uno de ellos, de 61 años y con discapacidad auditiva, narró que “le metieron una manguera en la boca y abrían la llave del agua” mientras lo golpeaban. El padre de la artista, Luis Alberto Rendón, fue imputado por la Fiscalía General de la Nación como presunto coautor de las agresiones.
La investigación judicial por el robo de una caja fuerte en la finca de Greeicy Rendón y Mike Bahía, en Llanogrande (Antioquia), ha revelado una cadena de hechos violentos y torturas que estremecen. De acuerdo con los testimonios entregados a la Fiscalía General de la Nación, dos trabajadores fueron retenidos, golpeados y torturados durante horas dentro de la propiedad. Uno de ellos, identificado como Francisco, un hombre de 61 años con discapacidad auditiva, fue arrastrado por un grupo de hombres vestidos de negro hasta una habitación de servicio donde comenzó su calvario.
“Me metieron una manguera en la boca y abrían la llave. Me ahogaba, me soltaba el aire y me volvían a llenar. Me golpeaban por todo el cuerpo hasta perder el conocimiento”, declaró una de las víctimas ante la Fiscalía.
Según los testimonios recogidos por Cambio, los agresores lo golpearon con una pistola en la cabeza, lo amarraron con una cabuya a una columna y le dieron martillazos mientras exigían que confesara el paradero del dinero supuestamente robado. El hombre perdió los audífonos que le ayudaban a oír, sangró por varias horas y solo fue rescatado gracias a la intervención de la Policía y del esquema de seguridad del expresidente Álvaro Uribe Vélez, cuya finca colinda con la propiedad de los artistas.
En otra parte de la vivienda, su compañero Elder fue sometido a una tortura igual de brutal. Primero fue golpeado en el gimnasio, luego trasladado a un cuarto conocido como el “módulo de música”. Allí, los hombres lo tiraron al suelo, lo ahorcaron y le introdujeron una manguera por la garganta para llenarlo de agua mientras le apretaban el cuello. “Lo hacían varias veces, hasta que sentía que se me iba el aire”, declaró la víctima. Ambos trabajadores aseguraron que los captores se comunicaban en repetidas ocasiones con Luis Alberto Rendón, padre de la cantante, para informarle lo que ocurría.
Las declaraciones de los trabajadores también comprometen a la madre de la artista, quien, según las víctimas, presenció parte de las torturas y los amenazó con prolongar su encierro si no confesaban. La tortura terminó cuando el celador de la parcelación, alarmado por los gritos, alertó a las autoridades. Los primeros uniformados en llegar pidieron refuerzos al esquema de seguridad de Uribe, que participó junto al GOES en el rescate y captura de cinco hombres armados, quienes hoy enfrentan cargos por secuestro y tortura agravada.
La Fiscalía imputó a Luis Alberto Rendón como presunto coautor de las agresiones. Aunque él se declaró inocente, el juez de control de garantías le impuso medida de aseguramiento domiciliaria. La justicia investiga además si existió coordinación previa con los agresores y cuál fue la responsabilidad de otros miembros de la familia. Los detalles del expediente revelan no solo una espiral de violencia, sino el uso de la tortura como método de castigo dentro de un entorno familiar vinculado a una de las figuras más reconocidas del entretenimiento colombiano.
Este caso, que involucra a una celebridad, a su familia y a la intervención de la seguridad de un expresidente, ha desatado un debate sobre la impunidad y la mezcla de poder, fama y violencia en las élites del país. Mientras el proceso continúa bajo reserva judicial, las víctimas siguen esperando justicia y reparación tras una noche de horror que puso a Llanogrande en el centro de un escándalo nacional.
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