Alias Andrea, pieza central del atentado, confesó ante la Fiscalía cómo se planeó y ejecutó el intento de asesinato contra el senador Miguel Uribe Turbay. Su testimonio revela vínculos con alias el Costeño, logística de sicariato y un plan para eliminar a los involucrados tras el crimen.

El país conoció este 20 de junio una declaración estremecedora: Katherine Andrea Martínez, alias Gabriela, narró con lujo de detalles cómo se fraguó el atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay. En su testimonio ante la Fiscalía esta mujer de 19 años relató cómo participó en la logística del crimen, transportando armas para alias el Costeño y acompañando el día de la ejecución a los autores materiales, entre ellos, un menor de edad entrenado para matar. El relato da cuenta de la frialdad con la que operó la estructura criminal y cómo alias el Costeño preparó al sicario para disparar “todos los tiros en la cabeza”.

Alias Andrea declaró que conoció a Elder José Arteaga, alias el Costeño, dos meses antes del atentado, y que fue contratada en varias ocasiones para transportar armas, e incluso una bomba, con fines de sicariato. En uno de esos encargos, le pidieron llevar un artefacto explosivo destinado a un firmante de paz de las Farc. Aunque se negó en ese momento, volvió a verse involucrada en el operativo del 7 de junio. Ese día, según ella, se encontraron en el parque El Golfito en Modelia, donde subieron a un Spark gris oscuro con alias el Costeño, el sicario menor de edad y un conductor colombo-venezolano. En el carro, el cabecilla entregó una pistola Glock de alta gama al menor y le dio la orden: “mínimo tres disparos en la cabeza”.

La declaración es contundente: el asesino fue entrenado para disparar en ráfaga y matar al senador. Se le instruyó sobre cómo actuar ante las cámaras, cómo disfrazarse cambiando gorra y chaqueta, y cómo escapar. Pero, según alias Andrea, alias el Costeño sabía que el adolescente probablemente no sobreviviría, pues los escoltas del senador estaban alertas. Era una “misión suicida”, como la calificó, pero necesaria para cobrar los 10 millones de pesos prometidos. Cuando llegaron al lugar, la mujer y el cabecilla se mezclaron entre la multitud. Vieron a Miguel Uribe hablar y luego escucharon los disparos. En ese instante, comenzó la fuga.

Después del atentado, Katherine Andrea y alias el Costeño huyeron hacia el centro de Bogotá. Ella relata que tomaron cerveza y discutieron el pago por su participación. Pero lo más aterrador vino después: el cabecilla sugirió eliminar a todos los testigos del atentado, incluyendo al conductor, al menor y a ella misma. Temiendo por su vida, huyó a Florencia, Caquetá. Allí fue capturada el 14 de junio con un millón de pesos en efectivo y una navaja. Su testimonio, ahora en poder de la Fiscalía, es clave para esclarecer el caso y vincular a los autores intelectuales. La investigación sigue abierta y alias el Costeño permanece prófugo.