Explosión y Ataques Terroristas Generan Pánico en el Suroccidente
En la madrugada del 10 de junio de 2025, un carro bomba detonado en El Bordo, municipio de Patía, en el sur del Cauca, estremeció a la población, dejando serias afectaciones materiales en la sede de la Alcaldía, la Secretaría de Tránsito y varios locales comerciales. Aunque no se reportaron víctimas ni heridos, la explosión generó pánico entre los habitantes, quienes fueron despertados por el estruendo. Según información preliminar, el vehículo cargado con explosivos fue activado en la cabecera municipal, en una zona estratégica cerca de la vía Panamericana, que conecta Cauca con Nariño. Las autoridades locales, apoyadas por la Policía y el Ejército, acordonaron el área e iniciaron investigaciones, señalando a las disidencias de las Farc, lideradas por alias Iván Mordisco, como posibles responsables.
Simultáneamente, el municipio de Corinto, en el norte del Cauca, fue escenario de un ataque armado con ráfagas de fusil contra la Fuerza Pública, intensificando la sensación de inseguridad en la región. En el Valle del Cauca, la vía Cali-Palmira, crucial para el acceso al aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón, fue cerrada por varias horas tras el hallazgo de cilindros sospechosos con grafitis de las disidencias, aunque la Policía Antiexplosivos descartó la presencia de explosivos, reabriendo la vía a las 7:00 a.m. Estos incidentes se suman a una escalada de violencia reciente en el suroccidente: el 31 de mayo, una granada lanzada contra un hotel en Piendamó, Cauca, dejó siete heridos, y el 27 de mayo, un artefacto explosivo en Rosas, Cauca, hirió a tres policías y cinco civiles. La recurrencia de estos ataques evidencia la presencia histórica de grupos armados ilegales en la región, dedicados al narcotráfico y la extorsión.
Esta ola de violencia refleja las profundas fracturas del Estado colombiano en el suroccidente. Las disidencias de las Farc, lejos de desmovilizarse tras el Acuerdo de Paz de 2016, se han reconfigurado como ejércitos narco, explotando la pobreza y el abandono estatal para consolidar su control sobre corredores estratégicos. El Cauca, con su posición clave para el tráfico de cocaína hacia el Pacífico, es un epicentro de esta guerra, donde las comunidades quedan atrapadas entre el fuego cruzado y la negligencia del gobierno nacional. La Defensoría del Pueblo ha emitido múltiples alertas sobre el riesgo en municipios como Patía y Corinto, pero las respuestas desde el gobierno de Gustavo Petro no han logrado desmantelar las estructuras criminales. La ciudadanía, atemorizada, exige soluciones que combinen seguridad con inversión social para atacar las raíces del conflicto, mientras los atentados, como el de El Bordo, perpetúan un ciclo de miedo y desolación.
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