Natalia Torices será juzgada en León por tentativa de homicidio, lesiones, estafa y robo. Usó escopolamina para someter a siete personas y robar hasta 250.000 euros. La Fiscalía pide 17 años de prisión.

Durante años, Natalia Torices, conocida por los medios como ‘la reina de la burundanga’, vivió en la impunidad mientras tejía una red de engaños, estafas y presuntos envenenamientos con escopolamina, conocida popularmente como burundanga. A partir de este lunes, se enfrenta finalmente a la justicia española en un juicio que se celebrará en la Audiencia Provincial de León, donde la Fiscalía ha solicitado una pena de 17 años de prisión.

Los cargos que enfrenta no son menores: tentativa de homicidio, lesiones, estafa, falsedad documental y robo con violencia. Según el Ministerio Público, Torices habría drogado con escopolamina a al menos siete personas, a quienes posteriormente robó elevadas sumas de dinero. Su historia delictiva comenzó en 2016, cuando, con apenas 24 años, inventó que tenía cáncer terminal para estafar emocional y económicamente a sus familiares, que llegaron a entregarle más de 200.000 euros.

Cuando las presiones para devolver el dinero aumentaron, Torices habría recurrido al sometimiento químico. En febrero de 2018, drogó a un vecino con café y mosto contaminados, lo que provocó que el hombre terminara en la UCI durante 15 días. En marzo, una segunda víctima sufrió un episodio psicótico. En abril repitió el patrón con una joven familiar, y poco después sometió a su propio abuelo al negarse este a transferirle dinero.

La Fiscalía sostiene que utilizaba suplantaciones de identidad para retirar grandes sumas en bancos, y luego administraba burundanga a sus víctimas para robarlas. En un intento por encubrir sus actividades, en 2018 Torices presentó una denuncia falsa, alegando que dos hombres intentaron extorsionarla por 200.000 euros.

En 2023, durante una entrevista televisiva, Torices admitió algunos hechos, aunque negó haber intentado matar a nadie. Sin embargo, los testimonios y reportes médicos contradicen esa versión. Las consecuencias en algunas víctimas fueron severas: desde daños neurológicos hasta trauma psicológico.

“Esto no fue una simple estafa. Fue una cadena de envenenamientos cuidadosamente planeados para robar a quienes más confiaban en ella. Ni su propio abuelo se salvó”, declaró un vocero judicial.