Las tensiones dentro del gabinete de Gustavo Petro no cesan: enfrentamientos públicos, denuncias judiciales y disputas políticas marcan el día a día del “Gobierno del Cambio”.
Gustavo Petro enfrenta uno de los momentos más tensos de su escandaloso gobierno con constantes disputas dentro de su equipo más cercano. Figuras clave como la canciller Laura Sarabia, el ministro del Interior Armando Benedetti, el director de Prosperidad Social Gustavo Bolívar y el embajador Roy Barreras han protagonizado enfrentamientos que han escalado del debate político a los estrados judiciales.
Para algunos analistas, la raíz de estas pugnas radica en una ausencia de liderazgo claro. María Margarita Zuleta, directora de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, advierte que el mandatario debería establecer límites internos para evitar que las disputas se ventilen públicamente. “En todos los grupos humanos hay discusión y pelea entre quienes están más cerca del poder, pero acá es evidente que faltan reglas de juego”, afirmó.
Por su parte, Patricia Muñoz Yi, de la Universidad Javeriana, plantea que el problema también tiene un componente electoral. “Varios dentro del gobierno buscan posicionarse con discursos de lucha contra la corrupción y manejo eficiente de los recursos públicos, en un intento de afianzar su liderazgo de cara a futuras contiendas”, explicó la experta.
Uno de los enfrentamientos más recientes involucra a Laura Sarabia y Gustavo Bolívar, a raíz de una denuncia de W Radio sobre supuestos pagos irregulares en la contratación de IPS. La emisora señaló que una empresa española estaba involucrada en un esquema de corrupción para captar recursos del sistema de salud, y mencionó a la canciller Sarabia dentro de la trama.
Bolívar no tardó en reaccionar y cuestionó si era conveniente que alguien señalado en un escándalo de corrupción ocupara la Cancillería. “El titular de ese cargo no admite ni una sola sombra de duda sobre sí”, afirmó, respaldando la postura del presidente de que “caiga quien tenga que caer”.
Sarabia respondió con dureza, negando cualquier irregularidad y retando a Bolívar a confirmar con Petro su versión sobre la destitución del exsuperintendente de Salud, Luis Carlos Leal, y la contratación de Mauricio Marín, señalado como arquitecto del esquema fraudulento. “Me han calumniado e investigado adentro y fuera del Gobierno, y saben que no tengo enriquecimiento”, sentenció la canciller.
El choque entre Armando Benedetti y el director de la Unidad Nacional de Protección (UNP), Augusto Rodríguez, llegó a otro nivel cuando este último vinculó al ministro del Interior con el contrabandista Diego Marín Buitrago, alias «Papá Pitufo». Rodríguez insinuó que Benedetti estuvo involucrado con Marín durante la campaña presidencial, lo que provocó la furia del exsenador.
Benedetti reaccionó de inmediato y presentó una denuncia ante la fiscalía general por injuria y calumnia agravada. “No solo hacen acusaciones falsas en mi contra, sino que confiesan haber cometido delitos”, argumentó. El enfrentamiento subraya la fractura dentro del petrismo, con dos de sus figuras más cercanas al presidente enfrentadas en una batalla judicial.
El actual embajador en el Reino Unido, Roy Barreras, también ha estado en el ojo del huracán. El ministro de Industria y Comercio, Luis Carlos Reyes, reveló recientemente que Barreras intentó presionarlo cuando era director de la DIAN para nombrar fichas en cargos clave, como la dirección de aduanas de Buenaventura.
Según Reyes, Barreras incluso lo habría intimidado con una frase amenazante: “Imagínate lo feo de que a Messi le rompieran las piernas”. El diplomático, por su parte, negó las acusaciones y anunció que solicitará una audiencia de mediación penal, insinuando que Reyes pudo haber sufrido “disonancia cognitiva” por tardar 30 meses en hacer la denuncia.
Las disputas internas dentro del gabinete de Gustavo Petro evidencian una crisis de liderazgo y una fractura dentro del petrismo. Mientras algunos intentan capitalizar su imagen con discursos anticorrupción, otros buscan consolidar su poder dentro del gobierno.
El presidente, que recientemente admitió haber confiado demasiado en su círculo cercano, deberá decidir si mantiene a su equipo fragmentado o si toma el control de una administración que parece en llamas.
«Que caiga quien tenga que caer», dijo Gustavo Bolívar en referencia al escándalo de corrupción.
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